Catholic Diocese Tucson

18 CATHOLIC OUTLOOK DECEMBER 2019 Enfrentando la pérdida de un ser querido Catholic Outlook foto por CNS El obispo Jaime Soto “La cifra de personas que llegan es drásti- camente menor en la frontera entre México y EE.UU. , con muchos individuos que están en- carando explotación o disuasión agresiva en México a lo largo del camino”, continuó el obispo Vásquez. “Hay intensas necesidades humanitarias del lado mexicano de la frontera, el cual carece de la infraestructura necesaria para atender a aquellos en necesidad y está afectado por desórdenes civiles y la presencia de pandillas. “Hay aproximadamente 60,000 personas esper- ando en México con cifras en aumento mientras la nueva disposición continúa siendo implementada a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México”. Durante el periodo de comentarios después de la presentación, muchos obispos expresaron su tristeza por la situación y le pidieron a la conferen- cia que haga más para ayudar. Uno de ellos fue el arzobispo Borys Gudziak el metropolitan para los católicos ucranianos de EE.UU . basado en Filadel- fia. “Lo que ustedes nos están mostrando y lo que veo aquí en la sociedad es para llorar”, dijo. “Este país fue siempre hospitalario. Este país necesita de los inmigrantes para su economía. Este tono de odio que se está propagando es algo realmente problemático y se propaga desde EE.UU. a otros países. Se considera como un modelo para tratar a la gente que se está movilizando”. Dijo que los obispos tienen que elevar más sus voces y ser más claros en estos asuntos en la arena pública. El arzobispo de Miami Thomas G. Wenski instó a la acción, especialmente en cuanto al programa DACA, del cual la Corte Suprema escuchó los ar- gumentos orales el 12 de noviembre - pero no será hasta junio cuando emita una decisión sobre si fue legal la cancelación del programa. En ese enton- ces, el país estará distraído con las convenciones políticas en camino a la elección presidencial de noviembre - dijo el arzobispo. “De modo que, el momento de actuar es ahora mismo”, agregó. El obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, cali- ficó los acontecimientos en materia de inmigración como “una batalla por el alma de nuestro país”. Habló de la crisis humanitaria al otro lado de la frontera, donde miles de inmigrantes están varados en territorios peligrosos a causa de las políticas de EE.UU. “Ellos han escapado de sus países de origen y no pueden regresar ya que enfrentan serias con- secuencias y tampoco pueden avanzar”, dijo. “No podemos, como iglesia que se llama universal, voltear la mirada ante esta crisis frente a la puerta de nuestro país”. Algunos se han detenido a analizar el problema simplemente porque la cifra de personas que están llegando al país ha disminuido, pero eso no signifi- ca que los problemas que los impulsaron a venir aquí han acabado - dijo. “Les pido que estén conscientes de esta necesi- dad y hagan lo que puedan para apoyar cualquier iniciativa para asistir a aquellas personas que están siendo dejadas allí en este limbo”, le pidió al cu- erpo de los obispos. El obispo Jaime Soto de Sacramento, Califor- nia, subrayando que el país acaba de conmemorar el Día de los Veteranos, dijo que quería mencio- nar que entre los veteranos existe un significante número de inmigrantes e hijos de inmigrantes que sacrificaron sus vidas sirviendo a Estados Unidos. En ese contexto, las políticas de inmigración de la administración Trump que estaban analizando los obispos son “una traición a los ideales y sacrifi- cios que han hecho estos hombres y mujeres y que han hecho sus familias”, dijo. INMIGRATION de pagina 16 Catholic Outlook foto por CNS El arzobispo Thomas G. Wenski Todos nos hemos enfrentado en algún momento de nuestra vida a la pérdida de un ser querido. La reacción psicológica ante una pérdida es llamada duelo. El Manual Diagnóstico de Trastornos Mental- es define el duelo como “la reacción ante la muerte de una persona querida”. En la pérdida de un ser querido, la persona religiosa puede sentir que Dios - o la vida - le arrebata algo muy preciado, y que, muchas veces, lo hace sin preguntarle, de forma vio- lenta y agresiva. La muerte podría experimentarse como una especie de “aguafiestas” de la vida. La fe en la vida eterna sirve como un colchón que amortigua el dolor de la pérdida, y ayuda a mantener un equilibrio psíquico después de un cierto tiempo. Un cristiano podría vivir mucho tiempo resentido contra Dios por haberle este “arrebatado” a su ser más querido. El fenómeno del duelo es complejo. Hay un gran abanico de factores predictores de riesgo que lo podrían complicar. El objetivo de una intervención terapéutica no es “olvidar” al ser querido, sino “encontrarle” un lugar en el espacio psicológico que permita la entrada del presente y los retos de la vida. Barreto Martin y Soler Saiz señalan que “el duelo es un proceso normal, con una limitación en el tiempo, y con una evolución previsiblemente favor- able. No se trata pues de una alteración patológica sino que, por el contrario, su elaboración puede significar un mayor grado de madurez”. Para los cristianos que creen en la “vida eterna”, la pérdida de un ser querido puede convertirse en una profunda experiencia religiosa de autotrascendencia. El conocido cantautor Facundo Cabral dijo bellamente: “Tú crees que perdiste algo, lo que es imposible porque todo te fue dado. No hiciste ni un solo pelo de tu cabeza. Por lo tanto, no puedes ser dueño de nada. Además, la vida no te quita cosas, la vida te libera de cosas. Te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba hay una escuela. Por eso, lo que llamas problemas son lecciones. No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él - el amor sigue en tu corazón. ¿Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte, hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravil- losa: Gandhi, Miguel Ángel, San Agustín, la madre Teresa, tu abuela y mi madre…” Una oración católica dice: “Para los que creen en ti, Señor, la vida no termina, solo se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una nueva mansión en el cielo”. Se sabe que el luto ha concluido cuando el dolor intenso da paso al recuerdo afectuoso y tranquilo del pasado. Es enton- ces cuando nuestra supuesta “pérdida” puede verse como una bendición, porque entendemos que nuestro ser querido está en las manos de su creador, en la experiencia más fascinante del amor: la vida eterna. NI TANTO QUE QUEME AL SANTO Padre Viliulfo Valderrama

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