Catholic Diocese Tucson

CATHOLIC OUTLOOK 15 DECEMBER 2019 Este es el septimo artículo de una serie de ocho En la Carta pastoral contra el rac- ismo de noviembre de 2018, Abra- mos nuestros corazones, los obispos católicos de los Estados Unidos instan a todos los católicos a reconocer “el flagelo del racismo” que todavía existe en nuestros corazones, palabras, accio- nes e instituciones. El racismo puede ser individual, cuando las personas no reconocen a ciertos grupos como crea- dos a imagen de Dios e iguales en dig- nidad, o puede ser sistémico, cuando las prácticas o políticas tratan a ciertos grupos de personas injustamente. En la actualidad, el racismo sigue existiendo en nuestras comunidades y en nuestras parroquias. El racismo es lo que nos hace ver al “otro” con sospecha o atribuir características negativas a todo un grupo de personas. Este mal se manifiesta en nuestros pensamientos individuales, y tam- bién en el funcionamiento de nuestra sociedad misma. Las desigualdades que siguen manifestándose en la educación, la vivienda, el empleo, la riqueza y la representación en posicio- nes de liderazgo están arraigadas en la vergonzosa historia de esclavitud y racismo sistémico de nuestro país. La discriminación basada en la raza y el origen étnico adopta muchas for- mas. Los Estados Unidos han hecho avances en la eliminación de parte de la discriminación racial legalizada e institucionalizada de años pasados, como la esclavitud, las leyes de Jim Crow, las escuelas “separadas pero iguales” y la prohibición de votar o poseer tierra. Estas victorias duramente logradas merecen ser recordadas y celebradas. Aun así, estos avances son incom- pletos. Los datos sobre el bienestar social y económico muestran dispari- dades entre muchas personas de color y sus homólogas blancas. Las tasas de desempleo de los afroamericanos, latinos y nativos americanos son considerablemente más altas que el promedio nacional. La creciente desigualdad de ingresos afecta cada vez más a las minorías. En los Estados Unidos, la mediana de riqueza para los hogares blancos es diez veces mayor que para los hogares negros, y ocho veces mayor que para los hogares hispanos. Las tasas de propiedad de vivienda de las minorías están por detrás de sus homólogas blancas y, sin embargo, las investigaciones muestran que las minorías enfrentan obstáculos adicio- nales para obtener la aprobación de hipotecas. Los afroamericanos, los latinos y los nativos americanos son afectados de manera desproporcionada en todas las etapas del sistema de justicia penal, pese a la evidencia de que diferentes grupos raciales y étnicos cometen delitos aproximadamente a las mismas tasas. Los Estados Unidos siguen siendo un lugar profundamente dividido en muchos sentidos. Muchos estadoun- idenses de todos los orígenes raciales y étnicos viven en vecindarios ho- mogéneos. Esto a menudo limita la oportunidad de aprender, interactuar y entablar amistad con personas que son diferentes racial y étnicamente. Sin embargo, tener experiencias viviendo cerca de personas con experiencias y orígenes diferentes puede fortalecer a las comunidades y al Cuerpo de Cristo. Muchas personas de color que viven en áreas de bajos ingresos ex- perimentan una movilidad económica ascendente baja o nula debido al acceso limitado a escuelas de calidad, vecindarios seguros, transporte confi- able o trabajos mejor remunerados. Las leyes y prácticas en las comuni- dades más prósperas, como rechazar los cupones de asistencia para el alquiler, pueden impedir que personas de bajos ingresos se muden a estas comunidades. Como resultado, el diálogo y el encuentro con otras perso- nas de diversos orígenes, experiencias y opiniones pueden ser limitados o in- existentes. En Evangelii Gaudium (no. 59), el papa Francisco observó que la exclusión y la desigualdad crean el clima para la discordia. Recientes hechos de violencia en comunidades de todo el país y la retórica hiriente que marca las conversaciones sobre los refugiados y los migrantes indican que todavía hay mucho trabajo por hacer. Como cristianos, estamos llamados constantemente a examinar nuestros propios corazones y conciencias para ver cómo podríamos contribuir a las divisiones raciales, la intolerancia y la discriminación, o a romperlas. No actuar para poner fin al racismo sistémico daña a quienes son víctimas y nos niega a todos la oportunidad de beneficiarnos de los dones de la diversidad. Este folleto se ha extraído del pa- quete del Concurso Creando desde la periferia. Visite usccb.org/youthcon- test o usccb.org/concurso-juvenil para conocer más sobre Creando desde la periferia, un concurso para jóvenes de los grados 7 a 12 que educa a los jóvenes sobre la pobreza en los Estados Unidos y nuestra respuesta católica. El tema para 2018-2019 es “Un tiempo para sanar el racismo”. El concurso es patrocinado por la Campaña Católica para el Desarrollo Humano. “El racismo sólo puede terminar si nos enfrentamos a las políticas y barreras institucionales que perpetúan y preservan la desigualdad - económica y social - que aún vemos a nuestro alrededor. Con renovado vigor, pedimos a los miembros del Cuerpo de Cristo que se unan a otros para defender y promover políticas a todos los niveles que combatan el racismo y sus efectos en nuestras instituciones cívicas y sociales”. – Obispos de los EE.UU ., “Abramos nuestros corazones” Oremos con San Juan Pablo II “Señor Dios, Padre nuestro, tú has creado al ser humano, hombre y mujer, a tu imagen y semejanza y has querido la diversidad de los pueblos en la unidad de la familia humana; sin embargo, a veces, la igualdad de tus hijos no ha sido reconocida, y los cristianos se han hecho culpables de actitudes de marginación y exclusión, permitiendo las discriminaciones a causa de la diversidad de raza o de etnia. Perdónanos y concédenos la gracia de poder curar las heridas todavía presentes en tu comunidad a causa del pecado, de modo que todos podamos sentirnos hijos tuyos”. (Oración universal en la Jornada del Perdón) Copyright © 2018, United States Conference of Catholic Bishops. Todos los derechos reservados. Este texto puede reproducirse en su totalidad o en parte sin alteración para uso educativo sin fines de lucro, siempre que dichas reim- presiones no se vendan e incluyan este aviso. Todas las fotos © iStock Photo. Modelos utilizados con fines ilustrativos. Este recurso y muchos otros están disponibles en usccb.org/racism. Oración tomada de Papa Juan Pablo II, Oración universal, 12 de marzo de 2000, copyright © 2000, Libreria Editrice Vaticana (LEV), Ciudad del Vaticano. Utilizada con permiso. Todos los derechos reservados. Abramos nuestros corazones: Racismo sistémico

RkJQdWJsaXNoZXIy MzEwNTM=