Gulf Pine Catholic
4 Gulf Pine Catholic • July 19, 2024 POR EL OBISPO LOUIS F. KIHNEMAN III Obispo de Biloxi “¿Cuál de estos tres, en su opinión, era veci- no de la víctima de los ladrones?” Él respondió: “El que lo trató con misericordia”. Jesús le dijo: “Ve y haz lo mismo”. (Lucas 10:36). La parábola del buen samaritano nos enseña lecciones profundas sobre la compasión y el amor a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En esta parábola, Jesús nos desafía a trascender las barreras sociales y brindar atención a los necesitados, independientemente de sus anteced- entes o circunstancias. La parábola comienza con un hombre que fue golpeado, robado y abandonado medio muerto al costado del camino. Tanto un sacerdote como un levita (se esperaba que ambos fueran modelos de “prójimo” de la víctima) “pasaron por el lado opuesto” sin ayudar, pero fue el despreciado samaritano quien mostró misericordia. Vendó las heridas del hombre, lo llevó a una posada y pagó por sus cuidados. Luego Jesús nos pregunta: “¿Cuál de estos tres crees que fue prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?” (Lucas 10:36). Esta pregunta llega al corazón de nuestra mis- ión cristiana, especialmente cuando se considera el tema de las personas sin hogar. Hoy en día, innumer- ables personas se encuentran sin un lugar al que llamar hogar, vulnerables a las duras realidades de la vida en las calles. El llamado del Buen Samaritano nos obliga a actuar, a ver la dignidad de cada persona y a responder con actos concretos de amor y solidar- idad. El establecimiento del Mercy Cross Center (MCC) en Biloxi fue una respuesta a ese llamado, y ya está dando muchos frutos. El personal y los vol- untarios de MCC están trabajando con nuestros vecinos sin hogar para ayudarlos a encontrar alterna- tivas a su situación actual. Me refiero a estos encuentros como “Momentos de Misericordia” porque muestran el amor y la misericordia de Dios en acción. Por ejemplo, les comparto la historia de un señor mayor que vive en la calle desde hace algún tiempo. Es un veterano y recientemente le diagnosticaron cáncer. Sus tratamientos estaban programados y MCC estaba trabajando para que se sintiera cómodo mientras realizaba sus tratamientos. El personal de MCC notó que tenía problemas médicos y le pre- guntó si quería ir al hospital. Eligió llamar a su hija con quien no habla desde hace muchos años. Ella no tenía idea de que él no tenía hogar. Ella vino, lo recogió y lo llevó al hospital donde le dieron un poco de tiempo de vida. Llamó varios días después para informar a MCC lo que estaba pasando con él. Dijo que estaba agradecido de haber reaviva- do la relación con su hija después de tanto tiempo y Obispo Kihne man que se quedaría con ella. También compartió que no había hablado con Dios desde hacía algún tiempo, pero la bondad que le mostraron durante las últimas semanas en MCC le hizo creer que Dios todavía lo amaba y que pronto lo conocería. También está la historia de una mujer mayor que ha vivido en la calle durante muchos años. Una mujer muy independiente, no confiaba fácilmente pero se simpatizaba con el personal de MCC. La mayoría de los invitados de MCC la cuidaron. Una mañana, otros invitados llegaron al centro diciendo que ella no podía caminar. La ayudaron a entrar y el personal de MCC notó que no estaba tan animada como normalmente, que tenía algunos problemas notables que normalmente no tenía y pidió asistencia médica. Un centro médico local la despidió dos veces con un diagnóstico de deshidratación. El per- sonal del centro y los invitados sabían que algo más estaba pasando con ella. Ella accedió a ir a otro centro médico. esa instalación la trató por las graves condiciones que tiene y fue dada de alta a un centro de enfermería donde puede vivir de la forma más independiente posible. Le está yendo bien y ha compartido que está muy agradeci- da por el lugar donde se encuentra. Estos son sólo un par de las 26 personas que ahora han recibido ayuda para salir de la falta de vivienda desde que abrió el Centro Mercy Cross. Seguimos compartiendo historias de éxito similares en las páginas de Gulf Pine Catholic y en nuestro sitio web diocesano y en las redes sociales. A lo largo de la historia, numerosos santos han ejemplificado vidas de caridad y servicio hacia las personas sin hogar. Santa Teresa de Calcuta, conocida por su trabajo entre los más pobres entre los pobres, dijo una vez: “La enfermedad más grave hoy en día no es la lepra o la tubercu- losis, sino el sentimiento de no ser deseado”. Su vida nos recuerda que toda persona, independi- entemente de sus circunstancias, merece ser tratada con dignidad y respeto. De manera similar, San Vicente de Paúl ded- icó su vida a servir a los marginados y a los pobres. Fundó comunidades y organizaciones religiosas que brindaban comida, refugio y apoyo a los necesitados. Su legado nos inspira a buscar activamente formas de aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas sin hogar. En los últimos tiempos, nuestros Santos Padres también han hablado apasionadamente sobre la difícil situación de las personas sin hogar. El Papa Francisco ha enfatizado repetida- mente la necesidad de una “cultura del encuen- tro”, en la que lleguemos activamente a quienes están marginados de la sociedad. Nos desafía a derribar las barreras que aíslan a las personas y les impiden participar plenamente en la sociedad. El Papa Benedicto XVI, en su encíclica “Caritas in Veritate”, nos recuerda que la cari- dad debe extenderse más allá de los simples actos de bondad para incluir cambios estructura- les que promuevan la justicia y el florecimiento humano. Esto incluye abordar las causas fundamen- tales de la falta de vivienda mediante la promoción y la reforma social. El Papa Juan Pablo II reconoció la importancia de la solidaridad y la responsabilidad comunitaria al abordar las injusticias sociales. Su famosa frase fue: “La solidaridad nos ayuda a ver al ‘otro’ -ya sea una persona, un pueblo o una nación- no simple- mente como una especie de instrumento, con capaci- dad de trabajo y fuerza física para ser explotado a bajo costo y luego descartado cuando ya no sea necesario. útil, sino como ‘prójimo’, ‘ayudante’ (cf. Gn 2, 18-20), para ser partícipe, al igual que nosotros, del banquete de la vida al que todos esta- mos igualmente invitados por Dios” (Sollicitudo Rei Socialis, 39). Mientras reflexionamos sobre estas enseñanzas y ejemplos, renovemos nuestro compromiso de com- batir la falta de vivienda en nuestras comunidades. Seamos como el buen samaritano, que vio a un pró- jimo necesitado y respondió con compasión y gener- osidad. Que nuestras acciones hablen más que nues- tras palabras, mientras nos esforzamos por construir una sociedad donde cada persona tenga un lugar al que llamar hogar y la oportunidad de prosperar. Si desea ayudar a nuestro ministerio en Mercy Cross Center, visite catholiccharitiesofsouthms.org/ mercy-cross-center. VÉASE LA COLUMNA DEL OBISPO EN ESPAÑOL, PÁGINA 11 Momentos de misericordia
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