Gulf Pine Catholic
4 Gulf Pine Catholic • December 9, 2022 Michele Q. Pisciotta, MD Gynecology 1721 Medical Park Dr., Suite 200 Biloxi, MS 39532 228-271-3814 POR EL OBISPO LOUIS F. KIHNEMAN III Obispo de Biloxi El 12 de diciembre celebramos la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, conmemorando la aparición de la Santísima Madre a Juan Diego. Para aquellos que no estén familiarizados con la historia, aquí hay un breve resumen. Un pobre indio llamado Cuauhtlatohuac fue bau- tizado y se le dio el nombre de Juan Diego. Era un viudo de 57 años y vivía en un pequeño pueblo cerca de la Ciudad de México. El sábado 9 de diciembre de 1531 por la mañana, se dirigía a un barrio cercano para asistir a la Misa en honor de Nuestra Señora. Juan caminaba por un cerro llamado Tepeyac cuan- do escuchó una música hermosa como el trinar de los pájaros. Apareció una nube radiante, y dentro de ella se encontraba una doncella india vestida como una princ- esa azteca. La señora le habló en su propio idioma y lo envió al obispo de México, un franciscano llamado Juan de Zumárraga, para decirle al obispo que debía construir una capilla en el lugar donde se apareció la señora. El obispo se resistía a creer y le dijo a Juan que le hiciera una señal a la señora. Por esa misma época el tío de Juan enfermó gravemente. Esto llevó al pobre Juan a tratar de evitar a Nuestra Señora. Sin embargo, la dama encontró a Juan, le aseguró que su tío se recuper- aría y le proporcionó rosas (fuera de temporada) para que Juan las llevara al obispo en su capa o tilma. El 12 de diciembre, cuando Juan Diego abrió su tilma en presencia del obispo, las rosas cayeron al suelo y el obispo cayó de rodillas. En la tilma apareció una imagen de María exactamente como se había aparecido en el cerro del Tepeyac. (Fuente: Franciscan Media) Nuestra Señora de Guadalupe, la Virgen María, la Madre de Dios, nos dice que Jesús debe ser la persona más importante en nuestras vidas. Si bien San Juan Diego no pensó que estaba listo o que tenía tiempo para lo que ella le pedía, dio un paso de fe e hizo lo que la Señora le pedía. Aún en medio de las dificultades de la vida pudo decir “sí” a Dios a través de la presencia de María en su vida, y con el advenimiento del milagro de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, San Juan Diego pasó el resto de su días compartiendo la Buena Nueva de Jesucristo. Muchos nativos se convirtieron al cristianismo/ catolicismo después de su aparición a Juan porque apa- reció como uno de ellos. La noticia se difundió rápida- mente y, donde antes los católicos eran vistos como extraños, estos indígenas experimentaron a un Dios que se preocupaba por ellos y que era uno de ellos. Así como Nuestra Señora se apareció a San Juan Diego, ella también quiere entrar y ser parte de nuestra vida de fe para que podamos conocer a su hijo Jesús. Por eso debemos estar preparados. Sin embargo, como Obispo Kihneman San Juan Diego, nuestro primer instinto puede ser escondernos. Jesús quiere venir y habitar en nosotros; Él está aquí para nosotros porque nos ama. Cuando Jesús viene a morar en nuestra casa de fe y trata de entrar en nuestros corazones, si no estamos preparados, podemos tratar de ocultar nuestro verdadero yo. Si tenemos en nuestro corazón cosas que no son de Dios, o cosas que no que- remos que los demás, especialmente Nuestro Señor Jesucristo, vean, nos sentimos culpables y avergonza- dos. Y podemos tratar de escondernos, tal como lo hicieron Adán y Eva de nuestro Padre en el Jardín del Edén. Sin embargo, nunca logramos escondernos de Dios. Nuestra Madre María nos lleva siempre a su Hijo. Ella nos dice que tenemos que tener confianza en Dios, confianza en el Hijo - ¡Él es la persona viva más impor- tante! ¡La persona más importante a lo largo de la eter- nidad! Ella nos invita a ofrecer a Nuestro Señor Jesucristo todos nuestros pecados, problemas y luchas. Ella nos invita a abrir nuestro corazón y acoger a su Hijo para que sane nuestras heridas y nos conduzca a la salvación. Recordemos que en esta imagen tenemos a Nuestra Señora de Guadalupe, ella está embarazada, así mismo en esta imagen también tenemos presente a su Hijo en ella, que nos dice que ella es la madre de Dios. Es un momento de gracia; es un momento de Dios presente para cada uno de nosotros. Nuestra Señora de Guadalupe puede ser nuestra guía para aceptar a su Hijo Jesucristo. Ella nos presenta ante Dios como sus hijos e hijas para que a su vez podamos dar testimonio al mundo de que Jesús y María Su madre viven y habitan en nuestros corazones. San Juan Diego ya era muy buena persona cuando se encuentra conNuestra Señora laVirgen deGuadalupe. El encuentro de San Juan Diego con Nuestra Señora la Virgen fue un momento de transformación; lo impactó total y profundamente. Su vida cambió, se hizo mis- ionero, un discípulo que da testimonio diariamente del amor de Dios plasmado en la Tilma de Nuestra Señora de Guadalupe. Desde ese momento ha tenido un papel muy importante en la Iglesia como testigo del amor de Dios a través de María. La imagen de Tilma de Nuestra Señora fue un signo para él pero también para toda la Iglesia de Dios tendiendo en el tiempo hacia nosotros, por lo que la Virgen de Guadalupe es nuestra Patrona de América. En nuestra vida de fe, recibimos muchas bendicio- nes: nuestra propia vida, nuestra familia y nuestra comunidad de fe. También tenemos esta imagen de la Virgen de Guadalupe y con esta imagen recordamos que la Gracia de Dios está presente en nuestras vidas en todo lo que nos sucede. Jesucristo está con nosotros y Su Madre siempre estará ahí para interceder por nosotros. La Gracia de Dios nos está esperando, solo tenemos que abrir nuestro corazón para aceptar a Jesucristo en nuestra vida. Hay más en esta vida que lo que vemos con nuestros ojos, también tenemos que usar nuestros ojos de fe. Tenemos que ser personas de oración, personas de la Palabra de Dios y personas de la Misa. Cuando entra- mos a la iglesia, aceptamos que Dios siempre está pre- sente con nosotros; Él está con nosotros para ayudar- nos, guiarnos y darnos Su gracia. Abramos nuestros corazones y recibamos la gracia de Jesucristo, el Hijo de Dios, el Hijo de María, en nuestras vidas. Nuestra Señora de Guadalupe nos lleva a su hijo Jesucristo
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