Gulf Pine Catholic

10 Gulf Pine Catholic • September 17, 2021 Questions for reflection or discussion: 1. If we approached the Ten Commandments as an invitation to live in right relationships rather than a listing of sins to avoid, how might our attitudes and behaviors be affected? 2. On the level of personal relationships, how might you be an agent of God’s justice and righteousness? 3. On the level of societal structures, how might Christians become agents of God’s justice and righteousness? What could we be looking for? How could we address injustices? 4. How often does your experience of worship lead you to perceive and act differently in your day to day life? What might you do to increase the connection between worship and justice/ service? Catherine Upchurch is the general editor of the Little Rock Catholic Study Bible and contributes to several biblical publications. She writes from Fort Smith. Be-Attitudes For Believers From page 4 Jesús derrama su espíritu sobre nosotros con el fuego de su amor para que podamos dar testimonio POR EL OBISPO LOUIS F.KIHNEMAN III Obispo de Biloxi “Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra”. Cuando se cumplió el tiempo de Pentecostés, esta- ban todos juntos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como de un fuerte viento que sopla- ba, y llenó toda la casa en la que se encontraban. Entonces se les aparecieron lenguas como de fuego, que se partieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo (Hechos de los Apóstoles 1: 1-41). Sabemos lo que es un viento fuerte. Hemos visto muchas tormentas aquí en la costa del golfo de Mississippi. Tenga en cuenta ese viento fuerte cuando se imagina cómo era en el aposento alto cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos. ¡Entonces aparecieron las lenguas de fuego! Cuando el Espíritu Santo en lenguas de fuego golpeó a los discípulos, ¡fueron transformados! A través de nuestro Bautismo y Confirmación, estamos llamados a dejar que ese mismo Espíritu nos toque, a dejar que ese Espíritu nos cambie, a dejar que ese Espíritu nos guíe, a dejar que ese Espíritu nos guíe, a dejar que ese Espíritu nos llene de amor. Ore para que el Espíritu Santo nos renueve, guíe y fortalezca a cada uno de nosotros diariamente. San Pedro nos dice, como les dijo a los que presen- ciaron los cambios en los discípulos en Pentecostés, “Arrepentíos y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados; y recibirás el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, a quien el Señor nuestro Dios llamare ”(Hechos de los Apóstoles 2: 38-39). Él nos dio su Espíritu y envió su Espíritu de una manera poderosa para permitirnos continuar su obra siguiendo su Gran Comisión de: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y el Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado a ustedes. Y he aquí, yo estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos “(Mateo 28: 19-20). Él nos dio el Espíritu para que, como familia suya, pudiéramos com- partir su amor y compartir el amor de Jesucristo con nuestro prójimo. Jesús promete estar con nosotros siempre y continuamente nos envía el Espíritu de Dios. Continuamente nos dice: te amo. Los amo hasta la Cruz, los amo hasta la Resurrección, los amo hasta la Ascensión y les envío el Espíritu de Dios. Como Iglesia y como Cuerpo de Cristo, estamos llamados primero a hacer discípulos, por eso existe la Iglesia. Se convierte en nuestra primera pregunta: “¿Estamos formando discípulos?” La segunda es: “¿Estamos bautizando a todas las naciones?” Además, Obispo Kihneman ¿estamos enseñando todo lo que Dios nos ha mandado? Además, para aquellos que están casados, ¿está com- partiendo con su cónyuge que cree que Jesús está con nosotros? ¿Que Jesús está en tu matrimonio? ¿Que Jesús está en tu familia? ¿Que Jesús está en tu relación juntos? Padres, bendigan a sus hijos todas las noches con la Señal de la Cruz. Esposos y esposas, firmen el uno al otro con la Señal de la Cruz, ¡incluso si las ollas vuelan por el aire! ¡Especialmente cuando las macetas están volando! Deje que Su amor se derrame de usted a su cónyuge y de ustedes dos porque, cuando se aman, son una señal de cómo Cristo ama a Su Iglesia. Nosotros, como Iglesia, debemos seguir creciendo en cómo contar nuestra historia de fe: cómo Jesús nos ha bendecido, cómo Jesús ha tocado nuestra vida, cómo Jesús ha sanado nuestra vida, cómo Jesús nos ha amado incluso en los momentos de gran dolor. y gran dificul- tad. Necesitamos poder contar nuestra historia a los demás. No está destinado a que lo escondamos en el aposento alto. Está destinado a que lo compartamos. Imagínese si todos nuestros niños tuvieran un pro- ceso de formación en la fe que se adapte a ellos indi- vidualmente. Imagínese si todos nuestros niños tuvieran un pro- ceso de formación en la fe que se adapte a ellos indi- vidualmente. Imagínese si nuestros estudiantes de escuelas católicas y clases de educación religiosa durante 14 años tuvieran cada uno un plan personal de formación en la fe que pudieran desarrollar cada año. Imagínese si alguien camina intencionalmente con ellos todos los años. Imagínese que los hemos capac- itado para orar, capacitado para encontrar a Jesucristo, capacitado para ser llenos de los dones del Espíritu. Imagínese que les hemos permitido crecer y compartir estos dones. ¿Qué crees que pasaría? Recuerdo bien la llamada telefónica del represent- ante del Santo Padre pidiéndome que fuera su obispo hace más de cuatro años y medio. Seguía preguntán- dome si estaba dispuesto a ser el cuarto obispo de Biloxi. Debo haber dicho que sí. Jesús te ha elegido. Él te ama. Él te ha dado Su Espíritu, y ese fuego está sobre ti y en ti para que puedas testificar de la fe y testificar de que Jesús está vivo entre nosotros, para traer verdad- eramente a la gente a Él para que Él pueda hacerlos discípulos. Cuando enseñamos a otros sobre el amor de Jesús y la vida de Jesús, cuando les compartimos quié- nes somos con él, y que él está con ellos personalmente como está con nosotros personalmente, cuando los formamos como discípulos, obtenemos el gozo de vertiendo agua de Pascua sobre ellos y compartiendo con ellos la promesa de la Resurrección. Esa escena del aposento alto se repite cada vez que nos reunimos para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. El Señor envía Su Espíritu sobre nosotros y apa- recen las lenguas de fuego. Realmente es un paso en la fe, pero vaya, qué paso en la fe dejar que el Espíritu de Dios descienda sobre nosotros y llene nuestros cora- zones, llene nuestras vidas.

RkJQdWJsaXNoZXIy MzEwNTM=