Catholic Diocese Tucson

CATHOLIC OUTLOOK 17 AUGUST 2019 Por MICHAEL BROWN Director Editorial “Cuando una persona llega a la edad que tengo yo, 73, tiene la espiritualidad propia de esa etapa de la vida”, dijo el padre redentorista Paul Coury, director del Centro de Renovación redentorista. “Es algo de lo que hablo con mucha gente. La tendencia natural de las personas al envejecer es mirar al pasado con arrepentimiento. Piensan: ‘Dios mío, qué horrible que yo haya hecho eso, no fue de mis mejores momentos’”. “Luego miran hacia el futuro con ansiedad porque no les queda mucho tiempo”, añadió. “‘Me quedan 10 años y, ¿qué va a suceder? ¿Voy a tener dinero?’”. “‘¿Cuántos años me quedan? ¿Qué pasa si me enfermo? ¿Y si me viene cáncer?’ Al envejecer, las personas empiezan a preocuparse mucho”. “La espiritualidad es todo lo contrario”, dijo el padre Coury. La gente tiene que “volver la vista hacia el pasado con gratitud y decir ‘Señor, gracias por ayudarme a salir de aquella circunstancia de mi vida. Fue un tiempo horrible, pero lo superé. Tú me guiaste. Gracias, Señor’”. Al acercarse al final de la vida, y con una espiritualidad más profunda, “la persona mira al pasado con gratitud y se desprende del lastre del arrepentimiento. Abandónelo en el cementerio”, dijo el padre Coury. “Mire hacia el futuro con confianza absoluta”. El padre Coury ha pasado por el mismo proceso de reflexión. “Voy de visita a mi ciudad, Detroit, y veo a mis tías y tíos que ya pasaron los 80 y todavía siguen adelante. De los que quedan, ninguno está bien.”, dijo. “Yo pienso: ‘Tengo 73 años. Me quedan otros 10 años, tal vez. ¿Qué voy a hacer con esos 10 años?’”. “Parte de la espiritualidad es tratar de no preocuparse”, añadió. “Solo queda confiar en Dios para el futuro, porque Él está a cargo del futuro”. Sentir arrepentimiento es natural, dijo el padre Coury, pero “cuando recuerde algo que le causa remordimiento, conviértalo en un recuerdo para la gratitud. Diga: "Señor, gracias por haberme sacado adelante en ese momento terrible de mi vida. Tú me bendijiste ayudándome a superarlo", esa es la espiritualidad que llega con la edad”. Si tiene buena salud en su tercera edad, sea agradecido, dijo. “Por la mañana, yo digo: "Bueno, estoy vivo... Así que, bendíceme, Dios. Puedo ver. Puedo oír, Puedo oler"“. El padre Coury llama a la enfermedad "la última transición". “Eso lo veo mucho acá”, en Our Lady of the Desert, la iglesia del complejo del Centro de Renovación Redentorista. Mencionó el cáncer, la apoplejía, ataques cardiacos y "problemas terribles de circulación" como las enfermedades que más comúnmente afligen a las personas mayores de su comunidad. “Cuando están enfermos y cerca de morir quieren hacerlo de forma que les permita estar profundamente conectados con Dios”, dijo. “Quieren estar arraigados en Dios: ‘Dios y yo estamos juntos en esto’, dicen”. Las oraciones tradicionales, como el rosario, ayudan, pero desarrollar una relación estrecha con Dios es mucho más importante. “Así, cuando fallecen, no es solo un final, una oscuridad”, dijo el padre Coury. “En cambio, será compenetrarse con Dios; unirse con Dios, juntos los dos, una compenetración de amor”. ¿Qué sucede con los remordimientos y fracasos de toda una vida? “En el purgatorio, lo que sucederá es que todo ese lastre se va a eliminar en un instante y la persona va a llegar directamente a Dios”, dijo. “Todo lo demás no va a durar más que un instante. Al entrar por la puerta, toda carga que lleve va a quedar atrás al unirse a Dios”. La recta final Este es el relato de un encuentro del padre Coury y una persona en busca de "consuelo espiritual". Recibí una llamada de un hombre, que no sé si era católico o no. Me preguntó: "¿Ud. da consuelo espiritual?" Hacía años que yo no oía esas palabras. Le respondí: "Bueno, creo que podría hacerlo". “Quiero consuelo espiritual", dijo. Así que fui a verlo. Tiene cáncer. Es un hombre mayor; doctorado en matemáticas y ha trabajado para algunos de los matemáticos más eminentes del mundo. Me cuenta su historia extraordinaria de lo que hizo en esa materia y de los excelentes matemáticos. Ahora tiene más de 80 años y está muriendo de cáncer. Tuvo dos matrimonios que fracasaron, tiene una novia que vive a dos casas de la suya, y está muy enfermo. Quiere hablar de todas sus teorías de lo que sucede después de esta vida: cómo funcionan los átomos y cómo funcionan las matemáticas en el más allá. Él piensa en la reencarnación por las características de los átomos y por su permanencia. Y sigue y sigue hablando de todo eso. Yo trataba de infundirle ánimo y de hablarle sobre la fe y las personas que tienen fe y una creencia. Después de una hora, me dijo: "Bueno, gracias, padre, por el consuelo espiritual". Le pregunté: "¿Quiere recibir la Comunión? ¿Quiere que le dé la santa unción? ¿Quiere rezar?" Me respondió: "No, no, así está bien. Gracias. Gracias". Yo escuché y hablé, y él solo deseaba conversar con alguien que creyera en el más allá. Quería compartir su creencia en el más allá; y me parece bien. Un genio de cara a la muerte

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