Catholic Diocese Tucson

CATHOLIC OUTLOOK 15 AUGUST 2019 Este es el tercero artículo de una serie de ocho En la Carta pastoral contra el racismo de noviembre de 2018, Abramos nuestros corazones, los obispos católicos de los Estados Unidos instan a todos los católicos a reconocer “el flagelo del racismo” que todavía existe en nuestros corazones, palabras, acciones e instituciones. El racismo puede ser individual, cuando las personas no reconocen a ciertos grupos como creados a imagen de Dios e iguales en dignidad, o puede ser sistémico, cuando las prácticas o políticas tratan a ciertos grupos de personas injustamente. Un área del racismo sistémico es la falta de acceso a la igualdad de oportunidades de empleo para muchas personas de color. San Juan Pablo II nos recordó que debido a que cada persona es creada a imagen y semejanza de Dios, toda persona que quiera y pueda debe tener acceso a oportunidades de empleo justo. Desafortunadamente, no fue así con los nativos americanos, los afroamericanos, los hispanos/ latinos y muchos inmigrantes a lo largo de la historia de la nación, y el acceso justo al empleo sigue siendo un desafío en la actualidad. Para los nativos americanos, las políticas coloniales y posteriores de los Estados Unidos ocasionaron pérdida de tierras, restricciones en el autogobierno y devastación económica que dejaron un legado de bajo nivel educativo y tasas de desempleo que se mantienen entre las más altas del país. A lo largo de su historia, y especialmente durante tiempos de tensiones económicas, los Estados Unidos han discriminado e impuesto restricciones legales a grupos de inmigrantes recién llegados y los han culpado de los males sociales. La culpa, la discriminación y las restricciones legales fueron perjudiciales para los grupos afectados y ocasionaron un acceso restringido a oportunidades de empleo y otros medios de progreso. Después del fin de la esclavitud y hasta la Primera Guerra Mundial, el 90 por ciento de los afroamericanos vivían en el Sur, la gran mayoría trabajando como medieros. Esto implicaba un trabajo agotador en los campos de los propietarios blancos a cambio de una pequeña parte de la cosecha y, a menudo, viviendas de calidad inferior. Además, la imposición de las leyes de Jim Crow, que aseguraban la segregación y la privación de derechos, fue un gran impulso para dejar el Sur para siempre. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, la Gran Migración llevó a los trabajadores negros al Norte para trabajar en las fábricas. Sin embargo, enfrentaron muchos desafíos. Muchos habitantes blancos de las ciudades norteñas se irritaban con los nuevos habitantes negros, y las tensiones podían desbordarse en violencia y disturbios. A pesar de los sueldos más altos que en el Sur, los migrantes negros en el Norte solían ser relegados a empleos menos remunerados. La Gran Depresión erosionó aún más las posibilidades de empleo. Incluso con la recuperación económica posterior a la Depresión, muchos sindicatos que conseguían salarios justos estaban cerrados a los afroamericanos, al igual que muchas profesiones. Incluso los afroamericanos con educación universitaria encontraban a menudo sólo empleos de baja calificación. El desempleo, el subempleo y la discriminación en el lugar de trabajo eran la norma. Parte de la agenda de los Derechos Civiles en la década de 1960 se centró en empleos dignos y oportunidades de capacitación laboral. En 1964 se creó la Comisión Federal para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) para proteger contra la discriminación ilegal en el lugar de trabajo, que desafortunadamente ha continuado. En 2016 y 2017, por ejemplo, la EEOC investigó decenas de miles de casos de discriminación racial. Persisten las disparidades de empleo entre los graduados universitarios de diferentes razas. En 2017, la Harvard University Business School Review documentó que la discriminación contra los afroamericanos en la contratación seguía siendo una realidad, y que no había disminuido en los últimos 25 años. Los autores señalan que, a pesar de un creciente interés por la diversidad, las “formas sutiles de estereotipos raciales” en el lugar de trabajo y el “sesgo inconsciente” han mostrado pocos cambios: el apoyo a más políticas de acción afirmativa y a una aplicación más estricta de la legislación contra la discriminación es fundamental, porque este patrón “no disminuirá por sí solo”. La tasa de desempleo entre los trabajadores afroamericanos e hispanos sigue siendo mayor que entre los blancos, y en 14 estados y el Distrito de Columbia, el desempleo de los negros es al menos el doble que el desempleo de los blancos. Las comunidades nativas americanas a menudo tienen un desempleo muchísimo más alto que el promedio nacional. La desigualdad de oportunidades sigue siendo motivo de preocupación. Racismo sistémico aún límites la igualdad de oportunidades de empleo Para más información “Responsabilidad, rehabilitación y restitución: La perspectiva católica de la delincuencia y la justicia penal” http://www.usccb.org/beliefs-and- teachings/what-we-believe/catholic- social-teaching/upload/Responsibilidad- rehabilitacion-y-restitucion.pdf Oremos con San Juan Pablo II “Señor Dios, Padre nuestro, tú has creado al ser humano, hombre y mujer, a tu imagen y semejanza y has querido la diversidad de los pueblos en la unidad de la familia humana; sin embargo, a veces, la igualdad de tus hijos no ha sido reconocida, y los cristianos se han hecho culpables de actitudes de marginación y exclusión, permitiendo las discriminaciones a causa de la diversidad de raza o de etnia. Perdónanos y concédenos la gracia de poder curar las heridas todavía presentes en tu comunidad a causa del pecado, de modo que todos podamos sentirnos hijos tuyos”. (Oración universal en la Jornada del Perdón) Copyright © 2018, United States Conference of Catholic Bishops. Todos los derechos reservados. Este texto puede reproducirse en su totalidad o en parte sin alteración para uso educativo sin fines de lucro, siempre que dichas reimpresiones no se vendan e incluyan este aviso. Todas las fotos © iStock Photo. Modelos utilizados con fines ilustrativos. Este recurso y muchos otros están disponibles en usccb.org/racism. Oración tomada de Papa Juan Pablo II, Oración universal, 12 de marzo de 2000, copyright © 2000, Libreria Editrice Vaticana (LEV), Ciudad del Vaticano. Utilizada con permiso. Todos los derechos reservados.

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